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Dominico, profesor y luego Obispo. Fue Provincial de Lombardía y protegido de Honorio IV. Piadoso, prudente y muy culto se dedicó a la docencia.
Años después, recibió de Nicolás IV el encargo de pacificar a los güelfos y gibelinos, enzarzados en cruenta guerra, para lo cual le designó Obispo de Génova.
Fue especialmente querido por su entrega a los pobres. Entre sus muchos escritos, su mejor recuerdo literario está en "La leyenda áurea", que inspiró a los artistas y literatos, y también al pueblo piadoso en general, multitud de detalles que reflejaban luego en las hagiografías, en las pinturas, en las devociones.
Su culto, por su carácter de hombre santo, fue autorizado por Pío VII.
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